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Un jueves a la hora de comer, la Tierra es inesperadamente demolida para poder construir una nueva autopista hiperespacial. Arthur Dent, un tipo de lo más corriente que esa misma mañana ha visto cómo echaban abajo su propia casa, considera que eso supera lo que una persona puede soportar. Pero, desgraciadamente, el fin de semana no ha hecho más que empezar, y la galaxia es un lugar extraño y sorprendente. Arthur huirá de la Tierra junto con un amigo suyo, Ford Prefect, que resultará ser un extraterrestre emparentado con Zaphod Beeblebrox, un pirata esquizoide de dos cabezas que fue Presidente de la Galaxia, en cuya nave Arthur conocerá al resto de personajes que lo acompañarán a lo largo de su periplo espacial: un androide paranoide y una terrícola que, como él, ha logrado escapar. Gracias a esta ineludible aventura, Dent descubrirá muchas cosas acerca de la existencia, pero, tal como aconseja la Guía del autoestopista galáctico, que no cunda el pánico.
Douglas Adams fue el creador de toda una serie de manifestaciones diversas y contradictorias de la Guía del autoestopista galáctico, que salió a la luz por primera vez en forma de radionovela. Tras su rotundo éxito el autor la convirtió en libro, y más adelante participó en sus adaptaciones a series televisivas y teatrales, juegos de ordenador, cómics y toallas de baño. Tras su muerte, el Autoestopista ascendió hasta las altas cumbres de la producción cinematográfica. Adams comparte los créditos de la película, una superproducción de Touchstone Pictures, con Karey Kirkpatrick.
Armados de la Guía del autoestopista galáctico, los protagonistas del libro más divertido que se recuerda continúan sus disparatadas aventuras. En esta segunda entrega se enfrentan a una tetera automática de la que mana un líquido asqueroso, al planeta condenado porque sus habitantes tienen más zapaterías de la cuenta, a un transporte espacial cuyos pasajeros llevan novecientos años esperando que la nave arranque, y luego al Restaurante del fin del mundo, situado en el momento del tiempo en el que el universo llega a su estrepitoso final: un inusitado número de cabaret. No termina ahí su odisea, porque a continuación viven otra aventura que les revelará el verdadero origen de la especie humana: una pandilla de ejecutivos de poca monta que fueron expulsados de su planeta por indeseables.
«Una de las mejores novelas de humor puro de los últimos años» (Antonio Saura Medrano).
«Las situaciones más divertidas y disparatadas se suceden a un ritmo trepidante. El espacio es una fiesta» (Jorge Berlanga).